Relato Erótico: Sentidos
Pero el que me sorprendí fui yo. Quería entenderla y accedí a la experiencia. Con una venda en los ojos, y las manos atadas a la espalda, acerqué mi cara a su cara, y le besé en ambos párpados. Sus pestañas acariciaban mis labios y un cosquilleo recorrió mi cara. Su respiración empezó a acelerarse. Mordisqueé sus labios carnosos y ella me correspondió con un beso que transformó en sonrisa sin separar nuestras bocas. Notaba su aliento húmedo en las mejillas, su sudor en mi pecho, su excitación en el bamboleo de sus caderas. Ataqué su cuello a base de pequeños mordiscos primero, y a medida que su respiración me hablaba, fui aumentando la intensidad hasta que escuché el gemido que estaba esperando. Si me hubiese podido arañar la espalda, estoy seguro de que lo habría hecho. Le besé en el extremo del hombro, ahí donde debería empezar el brazo y fui bajando por el costado alternando besos con pequeños mordiscos. Su respiración se iba acelerando. Noté un ligero cosquilleo en la barbil